La más pequeña de todas las estrellas
ha venido a coronar tu risa,
salpicando de su néctar que suaviza
de las flores todas, la más pequeña y bella.
Al conjuro del azul del cielo
bajó un astro luminoso un día
y una estela celeste de alegría
posose lenta sobre tus ojos tiernos.
Que no tiene tu boca, si la mía
floreciera con pureza franca
una y otra, juntas se verían
reluciendo entre la espuma blanca,
que no solo es alba cuando llora
sino altiva y serena cuando canta.
Una herencia te espera todavía
de tu madre recogerla debes
la serena actitud es más altiva
y que la marcha más alocada puede.
En lo oscuro de tu madre te formaste
a la sombra de su cuerpo y de su altura,
trata de mantener la mirada pura
aunque la pureza la vida te desgaste.
Decirte tantas cosas que pudiera
protegerte de todos los pesares
que mis palabras fueran un escudo
que te acompañara a todos los lugares.
Solo sé que al quererlo quedo mudo
y estas sola con tu voz y tu bandera,
sola con tu signo en este mundo.
Solo una cosa copia de mi,
a pesar de todos los pesares
el amor que siento por tu madre.
Allí estás dormida entre sueños y delicias
cubiertas tus mejillas de color
nadie puede dudar que eres el Sol,
como absurdo es negar que eres Leticia.
Texto: Claudio Acosta
En la imagen: Leticia Acosta

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